viernes, 1 de abril de 2011

El gorila pelirrojo

(A este poema lo escribí cuando nació el Fran, alla por el 2000. El poema lo dice todo ...)

Después de gran sufrimiento
y tantos barcos hundidos
nació para darle aliento
a muchos sueños perdidos.

En arrebato de soles
como cachorro bandido
emergió, con su gran mole,
dejando el cielo encendido.

Tan grandote y tan pequeño
pesado como un camión
protesta, frunciendo el ceño,
y brama como un avión.

Jugando a ser monigote
revolcado en una cuna,
cuando alarga los brazotes,
puede acariciar la luna.

Por la tarde se adormece,
sacando a luz su bravura,
jovial, su cabeza mece,
cuando le dicen: "¿ternura?".

Por su gran temple de santo,
lo veneramos con mirra,
y cuando duerme, ¡qué espanto!
muestra su panza de birra.

Ofreciendo nuestras manos,
no alcanza nunca el cariño,
¿quién abraza, desde el llano,
al sol, con disfraz de niño?

Si nos vemos, por antojo,
perdidos en la penumbra,
él nos brinda con sus ojos,
la luz que todo lo alumbra.

Y es un muñeco que calma,
de la vida, la espesura,
y es un médico del alma,
que todo lo que toca, cura.