viernes, 21 de octubre de 2011

Al Santi Miranda, que decidió irse abruptamente un día ..

Una vez leí un poema de un libro de Antony de Melho (ex sacerdote jesuita)... que se llamaba "Porqué mueren los hombres buenos". En realidad, no recuerdo bien qué decía o si era algo lindo o feo.
Pero, con el paso del tiempo, encontré la explicación más bella, reconfortante y optimista que se puede tener sobre alguien que se va ...
Dice el budismo, que cuando una persona muere, se transforma en un "ser en estado de latencia", es decir, en un ser que no puede accionar, porque ya no está en el plano de los vivos.
Entonces, todos aquellos que SÍ ESTAMOS VIVOS, podemos enviarle LUZ, ALEGRÍA y FELICIDAD a ese ser, por más que las circunstancias en las que esa persona se fue, hayan sido terribles.
Cuando una persona VIVA, repite NAM MIOJO RENGUE KIO, tiene el poder de ATRAVESAR el universo, hasta los lugares más recónditos, incluso hasta el corazón de alguien que ya no está, insuflándole LUZ, ALEGRÍA y FELICIDAD, a ese corazón, por más dañado que esté.
Podemos ELEVAR EL ESTADO DE VIDA, de alguien que ya no vive entre nosotros.
El único requisito es PONER EL CORAZÓN, al repetir NAM MIOJO RENGUE KIO, para que ese ser que se fue, encuentre una gota, un chapuzón, o un océano de las cosas que no sintió en vida.
Es increíble, pero así es....
Repitamos muchas veces esta frase, que tiene, ella sola, el poder de atravesar el universo, y llegar al lugar más recóndito, que no es una galaxia lejana, sino de llegar al corazón de alguien que ya no está entre nosotros. Pongamos el corazón, para llegar al corazón de él, y llenémoslo de LUZ ...

Gracias, Santi, por tu grandiosa vida de pisciano, que, como buen pisciano, sentiste los dolores de la vida, de manera un poco más intensa que los demás.
Pero siempre, incluso ahora, PODÉS SENTIR ALEGRÍA ....
Un abrazo …

 

domingo, 16 de octubre de 2011

TORTILLA DE PAPAS

TORTILLA DE PAPAS

El último día, el día que te fuiste, vieja, me hiciste de comer tortilla de papas.
Esa mañana, te levantaste rara, con mucha energía, con esa fuerza que la vida te había quitado hacía ya mucho tiempo.
Nunca te esforzabas demasiado en cocinar, como tampoco en vivir, porque ya las cosas no tenían mucho sentido para vos.
Día a día, todos te veíamos marchitar, en la cama, tejiendo, escapando de la vida, masticando esa oscura habitación, llenas de santos y de remedios, que te impedía respirar el aire primaveral que había afuera.
Matizabas algunas tardes domingueras con las viejas del chinchón, que te alegraban la vida discutiendo si había que cortar con menos de 5 o menos de 7. Pero no querías vivir más.

Aquella mañana, la última, cerca del mediodía, te levantaste con toda la fuerza del mundo, caminaste hasta la cocina, y empezaste a cocinar tortilla de papas. Yo no entendía qué te pasaba. Hacía mucho que no te veía así, tan decidida a hacerme una comida tan rica, cuyo gusto yo casi no recordaba.

Vos, vieja, decías que la tortilla de papas era algo demasiado complicada para hacer, porque todo para vos se había tornado difícil: respirar, cocinar, amar, vivir.
Muchas veces te enojabas porque la tortilla te salía quemada, o más bien, “descuajeringada” como si fuera un masacote desordenado.
Pero a mí, a mí me encantaban, porque me endulzaban no solo el estómago, sino el corazón, aunque estuvieran pasadas de sal.

Hace un tiempo conocí a una mujer que quise mucho, que detestaba la tortilla de papas: su esposo, una vez, le había propinado una feroz paliza porque la tortilla que ella le había preparado, estaba mal hecha. Ella miraba a las tortillas como algo fantasmagórico y terrible. Muchos años después, ella me cocinó una tortilla de papas, y yo sentí que así, había curado su herida.

Ese día, el 15 de julio de 2004, comí tu última tortilla de papas, la mejor de todas, porque estaban saturadas de tu amor de madre, que me curó todas las heridas.
Si alguna vez sentí, equivocadamente, que no habías sido una “buena mamá”, durante ese frío mediodía de julio, el calor sofocante de ese masacote hecho con huevos, papas y aceite, me curó todas las heridas.
Tu amor de madre, escondido en una TORTILLA DE PAPAS, bajó por mi boca, llegó a mi estómago, y sin demasiado permiso, se instaló en mi corazón y me alimentó el alma, borrándome  todos los rencores.

Desde ese día, me la paso mintiendo por ahí… Cuando me preguntan, cuál es mi comida predilecta, les respondo: “Lo mejor es el locro”, y todos me creen …
Pero ahora, acabo de revelar mi secreto más íntimo, el que no quería contar a nadie: mi corazón se llena de luz, cuando algún corazón compasivo, me cocina tortilla de papas.

A partir de ahora, empezaré a escribir mi tesis, que será irrefutable para cualquiera:
Cualquier hijo que esté enojado con su mamá, solo debe hacer una cosa: pedir que le cocine TORTILLA DE PAPAS. Cualquier mamá que no pueda hablar con su hijo, deberá escribirle por mensaje de texto: “Hijo, cociné tortilla de papas para vos”
Así, tal vez los estómagos queden indigestados de comida…. Pero los corazones, quedarán indigestados de amor...  y todas las heridas quedarán curadas. Para siempre.
Feliz días a todas la madres del mundo ….

lunes, 27 de junio de 2011

Nació la bodhisatva Juana ...


En el mes de mayo, entre las montañas de San Javier, nació Juana, rodeada de extraños sucesos que la presentan como una verdadera bodhisatva de la tierra ... Me salió escribirle ésto ...

Como la más esplendorosa y virginal flor del loto,
que nace límpida y pura,
asombrosa, magnética, indestructible,
arrogante y soberbia,
por humillar al sucio fango que la rodea,
impregnándolo de blancura, luz y candidez,
y liberándolo de su insignificante oscuridad …
así llegó al mundo, Juana,
la primera mujer de la cuarta generación de Mirandas.
Será un refulgente faro de luz
que hará titilar las pupilas de un ciego,
un diamante encandilador, que azuzará demonios,
una chispazo estelar en la opaca medianoche,
una vertiente refrescante contra almas enjutas y viejas,
una grandiosa y feroz bodhisattva,
ungida y elegida por las fuerzas del universo,
para curar espíritus entristecidos
y redireccionar timones sin rumbo …
¡Bienvenida, hermosa y magnificente Juana!
La vida ya te invitó
a navegar en tu vertiginoso barco solar,
por este pequeño mundo de gente vulgar,
que buscará, irremediablemente, tu refulgente y esplendorosa LUZ ..

NAM MIOJO RENGUE KIO

domingo, 19 de junio de 2011

Este poema, me costó mucho escribirlo ... es un poco triste, así que, las personas que sean muy sensibles, por favor, no lo lean. ¡Gracias!

Los cuatro pasos

(Poema a Florindo Antonio Travaglini, el “Tony”,
mi padre, que murió en 1984)

Es de tarde ahora, hace frío afuera.
El patio con hojas, parece otoñal.
Salió lentamente, sin cerrar la puerta.
Se paró solemne, dispuesto a observar.

Al lado sonriente, su mejor amigo,
Su viejo vecino, lo intenta abordar.
“¿Cómo andás, pelado, para cuándo un vino?”
No duda un instante, y lo va a buscar.

Sobre aquella mesa, dos vasos servidos.
No importa la parla, hay que “manducar”.
Salames y queso, limón esparcido,
Y un corazón triste, que no quiere hablar.

Qué gorra tan cursi: De un azul marino.
Marrón, la bufanda, y ojotas, ¡qué mal!
Mas todos lo quieren, ¿quién ve el desatino?
Pero nadie sabe, que empieza el final

De noche no duerme, se apoya en la silla.
Al dolor de espalda, no puede calmar.
La melancolía, de nuevo, lo pilla.
Y una bella vida, que no aguanta más.

Y en una mañana, de mayo celeste,
Ató sus zapatos, salió sin chistar.
Y esos cuatro pasos, y el abrazo… ausente.
Dentro de mi mente, no se borran más.

La clínica es triste, estar internado.
Pasé una semana, sin verlo silbar.
Los médicos dicen: “está mejorando”.
Y el último día, lo voy a encontrar.

Terapia intensiva… otra recaída,
“nadie puede verlo… está medio mal”
Y esa tarde negra, como distraída,
Se escapó su vida, con la mía… atrás.

Y los días tristes, cuando el alma ordena,
Me abrazó la pena, con una canción.
Y las noches viejas, cuando tengo insomnio,
Me he puesto de novio, con la depresión.

Todos lloran, todos, tu descanso eterno,
Pero a mí me cuesta, yo no sé llorar.
En tu cielo grande, ya no habrán inviernos…
Yo quiero tu abrigo… ¡tengo frío, pá!







sábado, 11 de junio de 2011

Cuerpo de perro, alma de prócer



Hace un tiempo le escribí ésto a mi perro Chebere, que se fue el 28 de abril del año pasado, ya viejito ... espero que les guste .... (la foto es de cuando era un bebé)

Chebere, siempre recordaré con alegría tus trancos de niño travieso, cruzando la calle asfaltada de la esquina, tan vertiginosa como tu vida.
A veces parecías un pequeño gran hombre que ladraba desencajadamente a fantasmas inexistentes, que te asustaban, transformándote en el perro más amado y más odiado del barrio.
Tu fidelidad de perro callejero, inigualable, saturó de amor mi corazón, enseñándome el verdadero significado de la palabra “lealtad”.
Procaz, bardero, atrevido, maleducado, visceral, rockero, lascivo, suicida, pasional. Te mostrabas tan desafiante y rebelde, que muchas veces pensé que la muerte no se animaría con vos.
Viejo y querido Chebere, alma de antihéroe, que con ladridos estrepitosos y el pecho fornido y amplio, le hacías frente a cuanto humano o automóvil se te cruzaba antipáticamente en el camino…
Todavía siento tus rebuznes de asno salvaje dando topetazos irrespetuosos contra la puerta del patio. Y bien tarde, cuando escucho algún ladrido nocturnal, sueño que puedo volver a encontrarte intentando masticar algún objeto de plástico.
Pequeño gran perro de labios colgados, estirpe de prócer, con tinte de gladiador.
Gracias por estar al lado mío, por tu endemoniada vida de hombre, cuando a veces mi vida… era la de un perro.
Yo no creo mucho en el cielo, pero vos… estás ahí.

viernes, 1 de abril de 2011

El gorila pelirrojo

(A este poema lo escribí cuando nació el Fran, alla por el 2000. El poema lo dice todo ...)

Después de gran sufrimiento
y tantos barcos hundidos
nació para darle aliento
a muchos sueños perdidos.

En arrebato de soles
como cachorro bandido
emergió, con su gran mole,
dejando el cielo encendido.

Tan grandote y tan pequeño
pesado como un camión
protesta, frunciendo el ceño,
y brama como un avión.

Jugando a ser monigote
revolcado en una cuna,
cuando alarga los brazotes,
puede acariciar la luna.

Por la tarde se adormece,
sacando a luz su bravura,
jovial, su cabeza mece,
cuando le dicen: "¿ternura?".

Por su gran temple de santo,
lo veneramos con mirra,
y cuando duerme, ¡qué espanto!
muestra su panza de birra.

Ofreciendo nuestras manos,
no alcanza nunca el cariño,
¿quién abraza, desde el llano,
al sol, con disfraz de niño?

Si nos vemos, por antojo,
perdidos en la penumbra,
él nos brinda con sus ojos,
la luz que todo lo alumbra.

Y es un muñeco que calma,
de la vida, la espesura,
y es un médico del alma,
que todo lo que toca, cura.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Pedro ... El "sol negro"

(Lo hice al poco tiempo de nacer Pedro, allá por enero del 2008 .... unos años antes habían dado una serie en Canal América, que se llamaba "Sol negro", que trataba de la vida en una cárcel ... en ese título me inspiré para escribir este poema, que habla del negro Pedro)

Es un gordo valija abetunado,
una pelota de básket, un pomelo,
un Michelín esponjoso, bienhumorado,
un muñequito de torta, un caramelo.

Es un globo oscuro descolgado,
un pupinauta saltante, medio afgano,
un chupetín de coca, empaquetado,
un monigote que cabe en una mano.

En una miga de pan, un Petete,
una albóndiga de goma, un marciano,
un "nero cara e sanguche", un pebete,
un Chavo Fucks en chiquito, un enano.

Es un cachorro de panda, un tibetano,
un abejorro pensando, un caracol,
un ekeko sin pucho, un buen villano,
es un prodigio en el cielo: EL NEGRO SOL.