lunes, 27 de junio de 2011

Nació la bodhisatva Juana ...


En el mes de mayo, entre las montañas de San Javier, nació Juana, rodeada de extraños sucesos que la presentan como una verdadera bodhisatva de la tierra ... Me salió escribirle ésto ...

Como la más esplendorosa y virginal flor del loto,
que nace límpida y pura,
asombrosa, magnética, indestructible,
arrogante y soberbia,
por humillar al sucio fango que la rodea,
impregnándolo de blancura, luz y candidez,
y liberándolo de su insignificante oscuridad …
así llegó al mundo, Juana,
la primera mujer de la cuarta generación de Mirandas.
Será un refulgente faro de luz
que hará titilar las pupilas de un ciego,
un diamante encandilador, que azuzará demonios,
una chispazo estelar en la opaca medianoche,
una vertiente refrescante contra almas enjutas y viejas,
una grandiosa y feroz bodhisattva,
ungida y elegida por las fuerzas del universo,
para curar espíritus entristecidos
y redireccionar timones sin rumbo …
¡Bienvenida, hermosa y magnificente Juana!
La vida ya te invitó
a navegar en tu vertiginoso barco solar,
por este pequeño mundo de gente vulgar,
que buscará, irremediablemente, tu refulgente y esplendorosa LUZ ..

NAM MIOJO RENGUE KIO

domingo, 19 de junio de 2011

Este poema, me costó mucho escribirlo ... es un poco triste, así que, las personas que sean muy sensibles, por favor, no lo lean. ¡Gracias!

Los cuatro pasos

(Poema a Florindo Antonio Travaglini, el “Tony”,
mi padre, que murió en 1984)

Es de tarde ahora, hace frío afuera.
El patio con hojas, parece otoñal.
Salió lentamente, sin cerrar la puerta.
Se paró solemne, dispuesto a observar.

Al lado sonriente, su mejor amigo,
Su viejo vecino, lo intenta abordar.
“¿Cómo andás, pelado, para cuándo un vino?”
No duda un instante, y lo va a buscar.

Sobre aquella mesa, dos vasos servidos.
No importa la parla, hay que “manducar”.
Salames y queso, limón esparcido,
Y un corazón triste, que no quiere hablar.

Qué gorra tan cursi: De un azul marino.
Marrón, la bufanda, y ojotas, ¡qué mal!
Mas todos lo quieren, ¿quién ve el desatino?
Pero nadie sabe, que empieza el final

De noche no duerme, se apoya en la silla.
Al dolor de espalda, no puede calmar.
La melancolía, de nuevo, lo pilla.
Y una bella vida, que no aguanta más.

Y en una mañana, de mayo celeste,
Ató sus zapatos, salió sin chistar.
Y esos cuatro pasos, y el abrazo… ausente.
Dentro de mi mente, no se borran más.

La clínica es triste, estar internado.
Pasé una semana, sin verlo silbar.
Los médicos dicen: “está mejorando”.
Y el último día, lo voy a encontrar.

Terapia intensiva… otra recaída,
“nadie puede verlo… está medio mal”
Y esa tarde negra, como distraída,
Se escapó su vida, con la mía… atrás.

Y los días tristes, cuando el alma ordena,
Me abrazó la pena, con una canción.
Y las noches viejas, cuando tengo insomnio,
Me he puesto de novio, con la depresión.

Todos lloran, todos, tu descanso eterno,
Pero a mí me cuesta, yo no sé llorar.
En tu cielo grande, ya no habrán inviernos…
Yo quiero tu abrigo… ¡tengo frío, pá!







sábado, 11 de junio de 2011

Cuerpo de perro, alma de prócer



Hace un tiempo le escribí ésto a mi perro Chebere, que se fue el 28 de abril del año pasado, ya viejito ... espero que les guste .... (la foto es de cuando era un bebé)

Chebere, siempre recordaré con alegría tus trancos de niño travieso, cruzando la calle asfaltada de la esquina, tan vertiginosa como tu vida.
A veces parecías un pequeño gran hombre que ladraba desencajadamente a fantasmas inexistentes, que te asustaban, transformándote en el perro más amado y más odiado del barrio.
Tu fidelidad de perro callejero, inigualable, saturó de amor mi corazón, enseñándome el verdadero significado de la palabra “lealtad”.
Procaz, bardero, atrevido, maleducado, visceral, rockero, lascivo, suicida, pasional. Te mostrabas tan desafiante y rebelde, que muchas veces pensé que la muerte no se animaría con vos.
Viejo y querido Chebere, alma de antihéroe, que con ladridos estrepitosos y el pecho fornido y amplio, le hacías frente a cuanto humano o automóvil se te cruzaba antipáticamente en el camino…
Todavía siento tus rebuznes de asno salvaje dando topetazos irrespetuosos contra la puerta del patio. Y bien tarde, cuando escucho algún ladrido nocturnal, sueño que puedo volver a encontrarte intentando masticar algún objeto de plástico.
Pequeño gran perro de labios colgados, estirpe de prócer, con tinte de gladiador.
Gracias por estar al lado mío, por tu endemoniada vida de hombre, cuando a veces mi vida… era la de un perro.
Yo no creo mucho en el cielo, pero vos… estás ahí.